La cocina es un espacio pensado para realizar tareas domésticas por lo que necesita un plus de resistencia ya que se trata de una superficie donde caen al suelo muchos productos y sustancias.  A la hora de elegir el pavimento, además de acertar con la estética, es importante que se trate de un material resistente y funcional, es decir, fácil de limpiar y que no necesite mantenimiento.

También es importante tener en cuenta el acabado y la textura, pues según estos dos aspectos la cocina aguantará más o menos tiempo limpia. Por eso, antes de decidirse por uno u otro material, conviene conocer las principales características de distintos pavimentos.

Una solución perfecta para renovar el suelo de la cocina sin realizar engorrosas obras son los suelos laminados que se instalan muy fácilmente ya que no es necesario retirar el pavimento antiguo. Imitan con gran realismo diferentes tipos de madera y además no hace falta acuchillarlos ni barnizarlos. Cuentan con un eficiente sistema de sellado que evita que si filtre el agua  y una capa superior de resina que facilita su limpieza. Ofrecen un alto nivel de resistencia al desgaste y al impacto.

Si lo que nos gusta es la madera, debemos de tener en cuenta que se trata de un material delicado y susceptible al agua. Sin embargo, las últimas técnicas han mejorado sus cualidades y su instalación tanto en cocinas como en baños es posible. Una forma de hacerlo más duradero y resistente al desgaste es aplicar una capa de poliuretano en el suelo. Es una solución perfecta en los casos de cocinas integradas al salón o al comedor, cuando se pretende crear una continuidad visual entre ambos ambientes.

Por otro lado, por su facilidad de limpieza y resistencia a la humedad y al vapor, la cerámica, y especialmente el gres porcelánico, es el material más empleado para revestir el suelo de la cocina. El suelo cerámico ofrece un amplio abanico decorativo ya que tiene multitud de acabados, colores y estampados, pudiendo incluso encontrar baldosas que imitan piedras naturales (mármoles, pizarra y granito) y distintos tipos de madera. Las últimas tendencias apuestan por las baldosas de gran formato que, con un menor impacto de la junta, ofrecen mayor sensación de continuidad y ayudan a ampliar visualmente el espacio. En este caso hay un inconveniente y es que es un material frágil y los golpes fuertes pueden romperlo.

Otra opción es el suelo de cemento, Su aspecto industrial y minimalista le convierten en una opción perfecta para darle a cualquier espacio de un atractivo toque de modernidad y vanguardia. El microcemento no es poroso y su modo de aplicación es continuo, es decir, sin juntas ni cortes por lo que se obtiene una superficie impermeable apta para ser aplicada en suelos y paredes. El color se aplica en masa mediante pigmentos, y podemos elegirlo entre una amplia gama de tonos. Se puede instalar sobre el pavimento antiguo de forma rápida, limpia y sencilla. Este material no requiere de ningún mantenimiento y su limpieza es muy cómoda y sencilla.

En la actualidad, otra opción que debemos considerar es la baldosa hidráulica. Con una atractiva estética artesanal, este material ofrece una amplia variedad de colores y diseños que combinan a la perfección con cualquier otro material. Se comercializa en diferentes medidas y formas, lo que permite realizar millones de combinaciones. Al realizarse con cemento comprimido con prensas hidráulicas, las baldosas hidráulicas ofrecen una gran resistencia y solidez. Aunque, al ser un material poroso necesita impermeabilizarse cada cinco o seis años. 

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